martes, 17 de junio de 2008


El sentimentalismo es pura tragedia.
Mirémonos cara a cara,
intentemos encontrar en los ojos del otro algo de razón.
El sentimentalismo es pura utopía,
un sueño, un decir, un no hacer, un breve espacio en el tiempo;
se desvanece con cada palabra, se debilita con cada susurro, con cada tormenta.
Nos hipnotiza, nos manipula, nos controla,
nos hace creer que las risas son eternas,
que nuestras palmas acarician el galardón de lo imposible,
cuando realmente todo se esfuma por nuestros dedos.
Nada es real, todo es en vano.
Tus momentáneas palabras de rebeldía
no pudieron violar la honra de la desgracia, ni sacudir la esperanza,
y abrir las sienes de los animales que dejan huella al pasar por tu rostro;
y lo seguirán haciendo;
su orgullo robótico, su felicidad automática,
su vista al frente, su cabeza en alto...
no les permitan mirar que caminan hacia atrás,
y paso a paso van pisando su propia mierda.
Pisan tu frente con sus patas con caca,
llenando tu cuerpo de un asqueroso estupor;
que más que esperanzadas palabras de aliento,
son una cálida medicina de autoridad que te arropa para taparte del frío intenso,
te vendan y te conducen a un paraíso ficticio, te anestesian,
para que no puedas pedir, no puedas expresar.
El sentimentalismo es pura tragedia, mientras exista una tragedia no prevista,
la tragedia es pura añoranza, mientras exista la angustia;
la angustia no se detiene, la angustia no se roba,
se roba lo que se expresa,
palabras adyacentes al núcleo de la libertad,
de un articulado lenguaje de desobediencia.
El sueño yace parcelado en la otra esquina, camina.

sábado, 26 de abril de 2008


...y seguimos sujetos a las cadenas que nos imposibilitan escapar de nuestra jaula. Seguimos estáticos construyendo mundos vigilados por otros, no mundos para sí, seguimos actuando bajo parámetros auto-obligados por promesas de éxito y no obedecemos a nuestro propio sentir. Dejamos de amar, dejamos de sentir, dejamos nuestros ideales. Sólo poseemos una llave para abrir las puertas que nos encerraban a nuestra propia esencia, decidimos escapar de ella para vivir correctamente en la comunidad de las leyes y normas del cómo actuar, cómo vivir y qué hacer, pero no conseguimos salir de ese universo adyacente que en definitiva nos incapacita de satisfacer nuestros deseos inmediatos.
La importancia del hombre, simplemente se medirá por la profundidad de sus huellas.-

Los testigos de Jehová llaman a la puerta sólo dos veces.

sábado, 19 de enero de 2008


El sonido del timbre me despertó. Volví a cerrar los ojos intentando no poner atención al molesto ruido matinal. No podría ser algo demasiado importante, tal vez eran niños que querían divertirse como de costumbre. La imagen de la realidad comenzaba a desvanecerse ante mí, cuando un segundo intento sonoro de alarma insistía en reclamar mi atención. Me rendí, me levanté atolondrado, adormecido; me acerqué sigiloso a la ventana y corrí la cortina para ver quién era. Dos pacientes y expectantes señoras - menudita y rechoncha la primera, rubia y vestida como dama antigua la otra - cargadas con bolsos, libros, revistas, folletos y una Biblia; esperanzadas se estamparon en la puerta de mi casa, esperando que en una vivienda apagada existieran vestigios de vigilia que estuviesen dispuestos a oírlas.

- uhhh!, argg! , no quiero salir, no quiero salir, por qué a mí, más encima estoy con pijama, que se vayan, que se vayan, que se vayan, por favor que se vayan, es una lata tener que escuchar lo que tengan que decir estas viejas, no tengo tiempo, que se vayan, que se vayan...¡ Señor, si existes escúchame ! Además, si Dios existiera haría que estas señoras se fueran y me dejaran dormir tranquilo, Dios no permitiría que a la gente la despertaran así como así y no la dejaran descansar.

…Y precisamente en ese instante las cargadas y elegantes damas se fueron. Los testigos de Jehová me hicieron creer en Dios y la salvación.

Por favor, rebobinar

jueves, 6 de diciembre de 2007

Se me ocurre que no todo fue tan feliz como yo he tendido a pensar que fue. Todos hemos querido creer que fue el mejor de los tiempos pero sólo fue eso: tiempo, algo más que la suma de los años, un inmenso vacío de recuerdos y deberes y traumas y silencios que nos han hecho ser lo que somos, no lo que hemos querido ser. Ese tiempo, nuestra época, está llegando a su fin.

Macondo y Latinoamérica

sábado, 10 de noviembre de 2007

Que una obra literaria como Cien años de soledad sea posible encasillarla dentro del realismo mágico no significa que carezca de un significado, que no trascienda de lo inverosímil a una realidad alejada de la ficción y representativa de procesos históricos y sociales de nuestro continente. Por lo demás, en la novela se expone de forma límpida la metáfora de lo americano, de su proceso de conquista tecnológica que ha subyugado a todo un pueblo, y en definitiva, ha ido desgastando e irrumpiendo en una identidad que va poco a poco sufriendo una metamorfosis que la va destruyendo a sí misma.

Desde comienzos del desenvolvimiento de los personajes dentro de la obra es posible apreciar en ellos características propias de los habitantes de esta región del mundo, características del humano resultado de la intervención de los colonizadores españoles en América, que ejercieron dominio sobre los nativos y que finalmente dieron paso a un pueblo llano, hombre común, cargado de supersticiones y anhelos, de inocencia, sueños y soledad: un José Arcadio que intenta escapar de una realidad que lo somete y avergüenza y una Úrsula que defiende su castidad por miedo al castigo de un mito popular.

Se funda Macondo bajo la esperanza de la tranquilidad y paz dentro de una tierra no prometida pero que anhela ser el nido donde se refugiarán los problemas de los que sus habitantes escapan. Pero esa tranquilidad comienza a ser coartada con la llegada de los gitanos, y la erupción que esto comienza a provocar pasa desapercibida, y no es posible captar para sus protagonistas, maravillados por el descubrimiento de lo desconocido, el momento en que la brecha que los aferraba a su pueblo comienza a expandirse. Los gitanos representan el inicio de la invasión tecnológica, el inicio del dominio y la locura del pueblo americano por el desarrollo global, buscando la imitación y la fascinación por los descubrimientos e inventos, y en general, una admiración hacia lo extranjero, por considerarlo avanzado y superior. Este proceso se ve potenciado aún más con la llegada de Apolinar Moscote, la llegada de la imposición de un gobierno dentro del pueblo, el lazo que anexa Macondo con el resto del país; un gobierno conservador que termina por unir Macondo a sus dominios, el pueblo soñador, el pueblo de la esperanza, el pueblo en paz, pasa a ser una parte más del estado moderno. Es menor la cantidad de personas que se dan cuenta de la situación y que comienza a manifestar su descontento, entre ellos, el coronel Aureliano Buendía, que encabeza el poder del liberalismo que se intenta desprender del régimen conservador que los somete, dando inicio a innumerables guerras civiles, foco que coincide en gran medida con los inicios de una lucha política-social del descontento americano.

Llega poderosamente la revolución industrial, llega el cine, llega la compañía bananera, se forman las primeras empresas privadas de trabajo capitalista dentro de Macondo, la dependencia económica entre el gringo productor y el obrero; Estados Unidos comienza a posesionarse de la gran economía en toda América, llevando consigo la mentira de las buenas intenciones para tomar el control económico, y finalmente el control de las condiciones de vida de los americanos que ciegamente confían su desarrollo intelectual y social en los sujetos que visten bien, hablan otro idioma, son los pioneros en tecnología y que persuaden con su formalidad. Este nuevo sistema económico que rige Macondo es el causante de la diferenciación social, cuyas consecuencias se ven reflejadas a lo largo de todo el siglo XX en nuestro continente. El enriquecimiento de unos pocos, los que están a la cabeza, la burguesía, y el empobrecimiento de un estado llano, que por sus condiciones socioculturales se ve impedido de ser algo más que un simple obrero que trabajará y luchará por sobrevivir y sostener de un modo precario el escenario de su núcleo familiar. Es aquí donde aparecen los dirigentes sindicales como José Arcadio Segundo que comienzan a manifestar el descontento hacia los dominantes, uniendo a toda una clase en la lucha social; la misma lucha que actúa como motor impulsante de las revoluciones que se llevan a cabo en América principalmente en la primera mitad de siglo, condicionado con el reflejo de la persecución hacia los revolucionarios ( no lejano a la realidad hispanoamericana del siglo pasado, como así sucede con importantes personajes que conocieron la muerte por llevar consigo ideales revolucionarios: claro ejemplo, Ernesto Guevara y aún más cercano, en Chile, la matanza de Santa María en Iquique ), como lo fue en Macondo la muerte a los Aurelianos para eliminar vestigios de la revolución liberal, y como más tarde sucede con la muerte a los tres mil trabajadores que se sublevan en una lucha de clases ante la compañía bananera, viviendo una verdadera dictadura que elimina de raíz el influjo del pensamiento detractor que pueda atentar contra el quietismo y contento de una clase sin mayores preocupaciones y que domina en el circuito social.

Más allá de una representación de los conflictos políticos y sociales de Latinoamérica, Cien años de soledad es un manifiesto del hombre americano como tal, de sus pasiones y virtudes, de sus defectos y ambiciones. Gabriel García Márquez plasma el comportamiento del sentimiento latino, de la pasión latina, del amante enardecido, del latino apasionado que contribuye a dar vida no sólo a la metáfora de la historia humana y social de un continente, sino que, sin duda, quisiéralo o no, da vida a uno de los cantos enciclopédicos que relatan lo que es realmente América.

Por Guillermo Acuña G.

Risas temporales

martes, 11 de septiembre de 2007


Los niños seguían bailando Reggaetón en el pasaje. Me intenté desprender de mis temores y te busqué donde me imaginaba que podrías estar: aquella banca gris inmersa en la soledad de la plaza, nuestra banca gris,en donde nuestros labios se convirtieron en humo por primera vez. En vano busqué tu sombra, en vano miré a ambos lados, en vano te busqué...Los niños jugaban y reían.

Placer & Sentido

jueves, 6 de septiembre de 2007


Mis impulsos, mis impulsos...siempre me llevan a ser un asesino intelectual, un destructor de memorias e ideales, me conducen a detonar lo sofocante. De mis impulsos derivan arrepentimientos, razón...El deseo, la rabia, la euforia, los instintos...son superiores a una conciencia estática idealista. Voluntad de placer no es sólo volcar tus instintos carnales....es ser vencido por los impulsos que nos agobian, y en un instante, ciegamente, destruir para siempre lo que choca contra nuestro estado: liberar nuestras restricciones morales para sentirnos plenos momentáneamente, para ser opacada posteriormente por la racionalidad de lo no absurdo. El sentimiento de culpa no es sólo una condición moral, es el miedo a la pérdida de conciencia en el actuar, subyugada a un impulso-irracional-incontrolable.